martes, 29 de mayo de 2012

EL TANGO DE BUENOS AIRES ES COMO UNA MUJER

por CLAUDIO MADAIRES
claudio.madaires@gmail.com


Cuando un hombre sensato piensa casarse, por lo general no elige de esposa a una mujer de vida discutible.

Tal vez haya tenido amoríos cuestionables, cosa normal; pero, a la larga, uno acaba seleccionando mujeres confiables para no hacer de su vida un infierno a la medida.

Con el tango argentino de Buenos Aires sucede lo mismo. A uno no lo impresiona tanto el tango genuino como el “tango fantasía for export”. A uno lo deslumbran con mujeres de piernas sensacionales y atrevimiento insuperable en el escenario; nos deslumbran con figuras de circo y contorsiones eróticas de carácter prostibulario…

Un hombre sensato no se enamora del tango “for export”, versión caricaturesca de nuestro tango porteño. Un hombre sensato acaba casándose con el tango real, sobrio y apasionado que escuchamos por las orquestas y cantantes tradicionales.

Bailemos tango con la sencillez y sentimiento de Carlos Gardel en la película “Tango bar”.

O imitamos a Gardel o acabamos como caricaturas saltimbanquis.

Gardel bailaba en el escenario con gran mesura; hay que imitarlo dentro y fuera del escenario.

Si “Gardel” es “tango”; “tango” es “Gardel”.



© CLAUDIO MADAIRES. De su libro Uno y el tango




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